martes, 5 de mayo de 2015

Frases Mírame y dispara

Mírame y dispara

“Era tan condenadamente provocativa que mirarla se convertía en una tortura.”


Me monté en el coche y bajé la ventanilla. Valentino arrancó el motor. La música de su reproductor saltó donde la había dejado antes de detener el vehículo. Sonaba una de las canciones del nuevo disco de Shakira: Rabiosa.
Alcé las cejas, incrédula.
—¿Te gusta Shakira? —pregunté.
—No más que tú.
Perfecto. Tuve que girar la cara para que no percibiera lo poco que me había gustado el comentario.
Antes de dejar la calle, escuché el rugido de un motor inconfundible: Bugatti Veyron. No sé cómo lo supe, pero estaba segura de que al volante de esa maravilla se hallaba Cristianno.
Así fue. Se colocó justo a mi lado haciendo gala una vez más de aquella mirada, tan bonita como inescrutable. Tenía una mano sobre el volante y la otra en la ventanilla. Un cigarrillo colgaba de sus labios.
—¡Rabiosa! —exclamó mientras echaba la cabeza hacia atrás y empezaba a mover los hombros de un lado al otro. Ni siquiera el cachondeo restaba sensualidad a sus movimientos, perfectamente acompasados con la melodía—. Dime, Banana, ¿me morderías la boca?
Un extraño resquemor a medio camino entre el odio y la excitación me recorrió el cuerpo. Le miré encolerizada.

“Le habría hecho el amor un millón de veces, de un millón de formas, en cualquier lugar. Pero, aun así, sabía que no tendría suficiente, que necesitaría más de ella. Mucho más. Odiaba necesitarla de aquella manera tan urgente. ¿Qué me estaba sucediendo?”


“—Deja de retocarte, ya sabes que estás estupenda. Estarlo más seria delito, créeme. Le miré resoplando. Aquellos cumplidos no me los podía hacer una persona con las características de Enrico. Terminaría enamorándome de él. —¿Por qué no dejas a mi hermana y te vienes conmigo? —le supliqué. Soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás. Era increíble lo mucho que se parecía a Leonado DiCaprio. La única diferencia era que Enrico era algo más varonil y tenía el pelo más corto. —Lo he pensado, en serio. Aunque la diferencia de edad… —Solo tienes veintisiete años, Enrico —le interrumpí sonriente. —Bien, entonces escapémonos. Ahora mismo. —Se inclinó hacia delante y me besó en la mejilla—. Que lo pases bien y sé buena con los muchachos. —No lo creo. —Salí del vehículo al tiempo que descubría a un grupo de tres chicos mirándome fijamente”

“Puso su vocecita más engreída. Era tan estúpida y egocéntrica que… que me volvía loco”



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